Comenzar por el comienzo

Tras una primera toma de contacto, y recién estrenadas vacaciones, me dispongo a escribir, como nunca he dejado de hacer.

Bueno, en menos de unos cuatro meses lo primero que es mencionable es la pérdida de dos amigos. No serían tan amigos si han desaparecido. Cierto que cada uno ha sido con circunstancias completamente distintas, pero no deja de ser, cuanto menos, irónico.

Resulta que no es mi primer rincón de internet... de hecho, mi GRAN refugio es ya un centro de reunión de mis más preciados amigos, pero no deja de ser una cárcel, allí donde sí, escribo, decoro, que queda precioso y artístico a la vista, pero no dejo de estar coaccionada por mí misma en un afán de superación. Es triste, ¿verdad? pero aunque no os lo creáis, ahora mismo estoy vomitando cuanto siento, que es mucho. Y con apenas color...

¿La universidad? bueno, porqué engañarnos, estoy asqueada, muy asqueada. Aún no sé cómo conservo ese alo de esperanza, esa pequeña vocación que me empuja a no tirar todo por el foso de los intentos, el cual empieza a estar lleno.

He estado (y estoy) completamente cegada por una persona, la cual sólo me ofrece una amistad con algún derecho pero que, sin embargo, no deja de ser una forma triste y parcheada de lo que se traduce como cobardía en él y una estúpida ilusión mía. Es de esas situaciones que sí, te lo pasas de puta madre, pero ¿hasta cuándo? Total, aparecerá alguna zorra insaciable que él, estúpidamente, verá como la mujer de sus sueños y a mí me tocará quedarme con mis ilusiones, mis buenas intenciones y mi cariño para mí (como siempre)... ¡A joderse, bonita!

En fin, que por lo demás, digamos que no me falta nada, no me puedo quejar más de lo permitido en una niña de mi edad y mi mentalidad y que, como siempre, esto terminará convirtiéndose en un maldito diario.

Ah, lo olvidaba... me gusta la fotografía.

Hola, me hago llamar Máscara y sois bienvenidos, ahora sí, a este sumidero de ideas.