No. No pasa el tiempo volando. Ni es eterno cuando avistamos un horizonte amargo. No.
Simplemente nos asusta no poder controlarlo. Como todo.
Nos asusta algo tan etéreo, tan abstracto, tan inalcanzable, que reaccionamos siempre de la misma forma: tratar de darle identidad, forma y, por supuesto, intentar atraparlo entre nuestras manos.
Pero no podemos. Le ponemos nombre y apellidos, pero sigue siendo un extraño. Le ponemos medida, pero sigue siendo inabarcable. Ni tan siquiera sabemos a ciencia cierta cuándo es su Inicio y ni mucho menos cuando será su Final. Y nos aterra. Y de nuevo, en un intento por entenderlo, nos aterra aún más descubrir tan solo nuestra propia ignorancia, una y otra vez.
Y eso, como humanos, no podemos soportarlo.
Y es entonces cuando me paro en seco y pienso que quizás he estado nadando contra una corriente que jamás se podrá remontar, ya que no conozco el origen donde quisiera llegar.
Y es entonces cuando, después de ese momento que se me pasó volando, después de ese momento angustioso que no veía llegar el momento en que pasara, fue entonces cuando comprendí la verdad necesaria para no vivir esta vida atormentado... todo llega.
Y es el máximo axioma.
No tener prisa porque lo bueno llegue. No tener ansias por que pase rápido lo malo. Simplemente vivir el ahora. Vivir y respirar cada segundo, que ahora mismo ya ha pasado. Y otro. Y otro más. Y no lo podrás parar. Así que, vivir angustiado o vivir.
Y Cronos no entiende de juicios. No entiende de bandos ni situaciones. No entiende de justicia e injusticia. Simplemente existe. Antes que nosotros. Antes de TODO. Y seguirá existiendo cuando nada más lo haga.
Y eso, cuanto menos, merece nuestro más absoluto respeto.
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