Asomada a través del espejo... esto es lo que veo.

 

 A veces es todo tan contradictorio... 

 Unas veces, este es un lugar donde desahogarse... otras es un proyecto absurdo en el que me importa más que me resulte agradable entrar y mirarlo a lo que contiene. Es lo malo de ser un desagüe de lo que no quiero en mi cabeza. O al menos, de lo que me ocupa demasiado espacio en la vorágine que es mi cabeza. 

Hoy es simplemente otra reflexión. No necesariamente dramática, por ello he cambiado un poco el aspecto de este sumidero de ideas. Una vez más, el motivo son cambios. Y aunque los cambios donde más se ven es en los resultados, ante todo, son de mentalidad. 

 Mi madre lo llama madurar. Y no le falta razón. Y por eso mismo, me parece absurdo dejar estar ideas aquí sueltas en un ínfimo hueco de la red. Pero el hombre es un animal de costumbres, y llevo metida en este mundo más de seis años (se dice pronto!), desde mi ya muerto Space de hotmail, hasta hoy con el blog que tengo aquí delante, he terminado por verlo una costumbre. 

 Y aquí estoy de nuevo, después de meses de cambios, de limpiezas, de conocer gente que ocupe esos huecos limpios, de emprender proyectos que van creciendo más y más, de los últimos empujones de cerrar etapas, de innovar, de quererme más y quererte más. 

 Por desgracia, no todo ha sido favorable, y el mayor puñal es la lección más importante que he aprendido en esta vida. Lo que no me gusta, no siempre puedo hacerlo desaparecer, sino que tengo que aprender a vivir con ello. Y duele mucho darse cuenta de esa realidad. Antes, simplemente desaparecía el problema o yo le obligaba a que desapareciera... Ahora no es posible. Con esto no. Y cada día que pasa noto un poco menos la rabia y la ira, y tengo la mayor de las motivaciones para ello: es por un bien mucho mayor. 

 Y es que es muy bueno ser tan afortunada. 

 Pero es una grandísima putada tener precisamente tanto que perder. 

 Y esto es, amigo, la vida.