Y a cuanto más sencillas son las cosas que nos hacen reír, más trascienden en nosotros.
Una chica tarareando a las 5 de la mañana por la calle, con el mismo júbilo con el que tú te reconoces en los momentos de infinita euforia, sin que moleste a nadie, pero con su felicidad... cantándola para sí, y para mí sin saberlo.
Y te alegra ver que la gente sigue encontrando motivos para cantar de felicidad.
Y me alegra más aún reconocerme en ello.
No hay comentarios:
Publicar un comentario