SH Symbol GIF Pictures, Images and Photos

sábado, 25 de agosto de 2012

Difícil de recordar, imposible de olvidar.


 

Hoy me ha saltado en el Mp3 la canción de The Bangles. 

Y también han echado por la tele Elizabethtown. 

Demasiado para un mismo día. O quizás es lo que tenía que ser. De hecho, ha sido. Y no he querido evitarlo. 

No he podido evitar preguntarme cómo estarás. Si feliz o no. Yo estoy bien. Aunque dudo que con lo orgullosa que eres eso te importe. 

Debería seguir enfadada, y en lugar de eso, me he encontrado nostálgica. Mucho. Y te aseguro que he tenido dos (ni uno más ni uno menos) momentos de debilidad. He querido llorar. De hecho, quería llorar, pero se me atascaba en la garganta el llanto.

He visto con sumo interés la película. Tu película. La que te definía. La que soñabas con algún día cumplir el viaje en coche del final. Con tu música. Con las carreteras de América abiertas a ti. Con tus gafas de aviador demasiado pesadas por la graduación que se te iban resbalando por la nariz a medida que descuidabas el colocártelas. Y me he dado cuenta de que, efectivamente, eso es lo que siempre te ha definido. El mundo de las películas. Un mundo de fantasía, donde parece que a la protagonista nunca se le acaba el crédito de la tarjeta para comprar zapatos pero tenía los problemas amorosos propios de una diva rubia de Hollywood. Donde un grupo de animadoras puede resolver los problemas de la adolescencia en 115 minutos. Donde un suicida puede resucitar una y otra vez tan sólo para enamorar a la chica imposible del instituto. Donde un niño indio puede trepar la Torre Eiffel. 

Pero por desgracia, son películas. Están basadas en guiones. Y eso es lo bonito, soñar con que puede ser realidad. No porque lo sea. Soñar con una quimera es más evocador. Y sin embargo, siempre me ha parecido que has vivido dentro de una.

Y me he permito en esos dos momentos de debilidad montarme mi propia película. Que nos encontrábamos de nuevo. En realidad no es la primera vez que lo he imaginado, pero ningún encuentro tiene nunca el mismo resultado. Pero hoy ha sido... diferente. 

Pensando en cómo sería, en lo que nos diríamos o no nos diríamos, en cómo reaccionaríamos cada una, me he dado cuenta de que era eso, una puñetera película. Ya he dicho que toda tú girabas en torno a una. Y esta vez he tenido el jarrazo de realidad. Tú eras una película, y siempre has aspirado a que tu vida fuera como tal. 
Ignoro si lo has conseguido. Pero para mí, ya ha terminado. 
No sé cuántos extras hay en el DVD, pero hace tiempo que debí apagarlo, y hoy ha sido cuando en lugar de tu cara, han desfilado ante mi muchas otras. Caras de ahora. Caras de gente real. Caras que quiero.

Una vez también te quise. Pero con el tiempo me he dado cuenta de que no sabía nada de lo que era querer en muchos y diferentes aspectos a alguien. Y ahora sé un poco más. 

Lo nuestro fue una amistad de película. Muy bonita mientras duró. Y los títulos de crédito pasaron tan rápido, que por eso he sentido tanto vacío cuando miraba a ese lado de mi vida desde hace tres años. 
Y hoy ya puedo decir que he apagado la televisión. Puedo decir que mi realidad supera con creces a cualquier película. Porque es real. Porque es la mía. Porque los míos la hacen única. Y sin asombro "descubro" que tú no estás. Supongo que tu papel ya acabó. 







Fue una persona orgullosa. Temperamental. Y una amiga que sabía escuchar. Que me hizo reír. Que soñó conmigo sobre nuestro futuro, haciendo promesas y propósitos. Fue quien en el patio del colegio no cedió ante palabras pútridas que incitaban a que se pusiera en mi contra. Con quien descubrí a la persona más parecida a mi hasta entonces. Con quien esperaba en el patio a su abuela Jacoba y a mi madre para que nos recogieran. Con quien merendaba chocolate. Con quien al día siguiente comentaba lo que había pasado en La Familia Crece. Con quien me abracé desconsolada en el tanatorio. Con quien pedía comida china o pizza en su casa. Con quien discutí en pleno Gran Vía y en Banco de España ya estábamos pidiéndonos perdón. La que me presentó a quien me presentaría al que fue mi segundo amor. La que poco después me consoló por ese desamor. La primera a la que vi el mismo día en que conocí al amor de mi vida. Y la misma que meses después se convirtió en mi enemiga. 

Y esa misma de la que hoy me despido. 

Ya sabes lo que dicen... 
Hasta siempre, Marta.

2 comentarios:

artur dijo...

Ojalà puedas reconciliar una amistad asi, si es posible.....o el destino te haga encontrar alguien mejor para ocuparla !!
Suerte y ànimos !!

Máscara dijo...

Tus buenos deseos siempre son muy bien recibidos Artur...

Por suerte, al escribir estas palabras, fueron de conciliación conmigo misma. Y desde hace mucho tiempo antes, el hueco fue ocupado, no por una sino por varias personas que, por estar ahí, demuestran por sí solas que valen mucho más.

Gracias siempre por tus palabras :)