Malditos 26...

 

"...es una chica guapa de buena familia que vive en el Londres actual. Harta de ser obligada a participar en una terapia con su madre, a la que desprecia, se ha convertido en una mujer cínica y depresiva. Vive con todas las comodidades en un piso bohemio, donde filma sus intentos de suicidio para su trabajo de graduación en una escuela de Arte."

No, esa chica no soy yo. Por muchas razones. Pero por alguna extraña, me he sentido identificada con ella. 

Le he tenido manía a la película Franklyn desde que la conozco. Si bien porque la primera vez que la intenté ver no estaba muy en disposición de ver películas, me pareció una burda intención de hacer cine de culto a lo Dark City, pero con un guión más que masticado y sobado por el celuloide.

Pero críticas a parte, al final la he conseguido ver, y si bien es cierto que no es un peliculón, me he descubierto un reflejo distorsionado en ella de mi propia realidad.

Hoy en día todo son dramas, y situaciones límite que te hacen decidir si blanco o negro. Algunos que estén con la soga al cuello se echarían al mío solo de leerme, pero sinceramente, creo que en esas condiciones extremas es más fácil decidir. Porque no te queda otra.

Ey, ¿y cuando sí que queda otra? Pues estamos en mi situación happy de ambigüedad. De no saber a dónde ir. De estar en ese punto en la vida en la que son todo decisiones, dudas y comeduras de tarro. De ver otras vidas y tratar de tomar prestado ideas que aplicar a la tuya por el simple hecho de estar dejando pasar el tiempo para, por fin, toparte de bruces con tu camino.

Y mientras tanto, oír voces que te susurran que tienes toda la vida por delante. Y mientras tanto, sentirte mal por perder el tiempo en pensar cómo administrar el tiempo para no sentir que estás perdiendo el tiempo y verte con 26 años y aún decidiendo tu vida. Y mientras tanto lidiar con la gente, evitando tener que justificarme por quién soy o intento ser, evitar en lo posible mandarles a la mierda, y sonreír.

 Je. 

 Se nota que estoy de exámenes, ¿eh?